Los estadounidenses conmemoraban 18 años de los atentados terroristas con ceremonias, voluntariado, exhortaciones a "nunca olvidar" y llamados de atención al creciente número de socorristas que han muerto o enfermado tras los ataques terroristas.
Familiares de víctimas llegaron a la zona cero, donde se realizó un minuto de silencio y tañeron las campanas a las 8.46, el preciso momento en que un avión secuestrado se estrelló contra la torre norte del Centro de Comercio Mundial.
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Mientras la ciudad nos regale este monumento, estaré aquí, dijo Margie Miller, cuyo esposo murió ese día. Quiero que la gente recuerde.
Después de tantos aniversarios, conoce a familiares de otras víctimas y agradece el estar con ellos.
En otras partes del país, el presidente Donald Trump colocó una corona en el Pentágono y dijo, éste es su aniversario de pérdidas personales y permanentes.
En una proclama en la que declaró el Día del Patriota, Trump dijo que una bella mañana de septiembre fue alterada por incredulidad total, dolor inenarrable y sufrimiento profundo. Sin embargo, la fuerza, el valor y la compasión de Estados Unidos nunca flaquearon.
Previamente, con la bandera de la Casa Blanca a media asta, Trump participó de un minuto de silencio en el jardín sur acompañado por la primera dama Melania Trump y decenas de funcionarios del poder ejecutivo. Posteriormente se dirigía al Pentágono.
Los legisladores observaron un minuto de silencio en el Congreso.
El vicepresidente Mike Pence dijo que los tripulantes y pasajeros que resistieron a los secuestradores el 11/Sep protegieron a Estados Unidos.
Pence habló en la conmemoración del Vuelo 93, que se estrelló en un campo en Pennsylvania. Murieron las 40 personas a bordo.
El Monumento Nacional Vuelo 93 señala el lugar cerca de Shanksville donde cayó el avión a las 10.03 de la mañana. Los investigadores determinaron que el blanco del ataque era Washington.
Pence dijo que el recuerdo de los muertos está grabado en los corazones y la memoria del pueblo estadounidense.
Una fecha que no se puede olvidar
Dieciocho años después de los ataques terroristas más mortales en territorio estadounidense, la nación sigue tratando de reponerse. Los efectos son visibles, desde los controles de seguridad en los aeropuertos hasta Afganistán, donde Estados Unidos libra la guerra más larga de su historia.
Días atrás, Trump canceló una reunión secreta en Camp David con el Talibán y miembros del gobierno afgano, y declaró que las conversaciones de paz estaban muertas. Al comenzar el aniversario en Afganistán, explotó un cohete en la embajada estadounidense poco después de la medianoche.
Debra Epps, cuyo hermano Christopher murió ese día, dijo en 18 años, uno pensaría que el país habría realizado cambios para traernos más paz. Pero la violencia con armas está fuera de control.
Las ceremonias se enfocan en la conmemoración de las cerca de 3.000 personas que murieron cuando aviones secuestrados chocaron contra las Torres Gemelas, el Pentágono y un campo cerca de Shanksville el 11 de septiembre del 2001. Todos los nombres de esas víctimas son leídas en voz alta en una ceremonia en la Zona Cero, donde la hora exacta en que los aviones chocaron y las torres se desplomaron se recuerdan con momentos de silencio y toques de campanas.
Pero en los últimos años ha habido una creciente concientización sobre el sufrimiento de otro grupo de personas relacionada a la tragedia: los bomberos, policías y otros socorristas que murieron o se enfermaron tras estar expuestos a los escombros y toxinas en el aire de la zona.
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Aunque continúa investigándose si esas enfermedades están ligadas a las toxinas del 11-S, un fondo de compensación para personas con problemas de salud potencialmente relacionados a los atentados ha entregado más de 5.500 millones de dólares hasta ahora. Más de 51.000 personas han solicitado compensación.